miércoles, 11 de febrero de 2015

Darwinismo musical

Las partituras de Stockhausen están manchadas y rotas. Desde que Jesucristo bajó a la tierra con theremins, cajas de ritmos, sintetizadores o software musical ha surgido un profundo vacío terrenal. 

La música actualmente tiene un debate encarnizado entre evolucionismo y creacionismo. Por un lado los creacionistas defienden la supremacía de la imaginación argumentando que hay una fuerza constructora dentro del ser al margen del exterior. Por otro lado el evolucionismo se fundamenta en el primer principio de la termodinámica " la energía no se crea ni se destruye", esto quiere decir que el proceso creativo está integrado por la experiencia vital la cual moldea nuestra forma de sentir y que cataliza nuestra forma de pulsar las teclas del piano.

Si estás pendiente, te irás dando cuenta de que la primera postura está intoxicando vilmente la forma de ver y valorar el presente. Es fácil escuchar frases estereotipadas del tipo "ya no se hace música como la de antes" o "ahora solo hacen material de modernitos". Me aventuro a decir que los medios de comunicación masivos se han encargado en sembrar la idea de la que la música se encuentra dentro de un pozo sin fondo desde que los grandes mitos mediáticos del rock envejecieron, para poder vivir eternamente del márketing de sus productos. Cada vez se consume más  comida precocinada. La sociedad se entrega a la cultura fácil impuesta a través de internet. Nuestros oídos pertenecen a youtube o spotify. Sangramos a todo aquel que se aventura con su propio proyecto sin valorarlo antes. Investigar en el mundo de la saturación de información está pasado de moda y ya ni siquiera pinchamos en la canción que nos pasa nuestro amigo.

Uno de los principales artífices de implantar el "clasismo cultural" es el sistema de publicidad. En  Spotify el artista independiente tiene que pagar por colgar su obra para que luego esta red se enriquezca poniendo anuncios entre las canciones. Mientras que a los grandes "colosos" les pagan los derechos de autor por lucir su obra. La ley antipiratería se va endureciendo cada vez más  y cierran sitios para escuchar/ver/descargar online sin darnos cuenta que estos portales se lucran mediante anuncios al igual que spotify con los artistas independientes. Seguramente os acordéis del famoso caso de Kit Dotcom y  Megaupload el cual dio base para justificar a las grandes sociedades de Derechos de autor pues según ellas no es ético ganar dinero a costa de artistas sin remunerarlos antes. ¿Cuál sería entonces la solución para poder disfrutar de forma gratuita de nuestra banda favorita sin que haya dinero de por medio? Volver al p2p. Sitios como soulseek funcionan con donaciones anónimas para mantenerse y sin ningún intermediario. La pega que pone la mayoría a este programa es lo lento que funcionaba en el pasado sin darse cuenta de que la velocidad de internet ha aumentado exponencialmente.

Volviendo al punto de partida, todo evolucionista tiene que comprender que la música va tomando de elementos anteriores y de que para que siga avanzando es necesario hacer plegarias a Nikola Tesla, tomar conciencia del funcionamiento de los medios y ser autodidactas. Solo así nos liberaremos de las ideas preconcebidas

Todos los músicos del pasado, comenzando con la Edad Media, estaban interesados en la música popular. (...) La música de Béla Bartók se hace enteramente con fuentes de música tradicional húngara. E Igor Stravinsky, aunque mintió acerca de ello, utilizó toda clase de fuentes rusas para sus primeros ballets. La gran obra maestra Dreigroschenoper, de Kurt Weill, utiliza el estilo del cabaret de la república de Weimar y por eso es una obra maestra. Arnold Schoenberg y sus seguidores (...) crearon un muro artificial, que nunca existió antes. En mi generación tiramos el muro abajo y ahora estamos de nuevo en una situación normal, por ejemplo, si Brian Eno o David Bowie recurren a mí, y si músicos populares remezclan mi música, como The Orb o DJ Spooky, es una buena cosa. Esto es un proceder histórico habitual, normal, natural. 


                                                     Steve Reich, mesías del evolucionismo

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